domingo, 3 de marzo de 2013

Capítulo 3

He sacado tiempo y ¡tachán! Hoy publico el capítulo 3 que está recién sacado del horno (no os ilusionéis, no es pan quemado) Me gustaría que comentarais para saber que os parece la historia, si hay alguna falta de ortografía, alguna incoherencia, etc. 
Sin nada más que decir, ¡disfrutad de la lectura!

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-¿Qué quieres hacer?- pregunta Katniss para cambiar de tema.
-Vamos a pescar en el lago. Así dejamos las cañas puestas mientras recolectamos en el bosque. Cogeremos algo bueno para la cena.
Hoy supuestamente es un día de celebración. Aunque muchos se alegran, no porque empiecen los juegos sino porque sus hijos no han sido elegidos, pero siempre hay dos familias que no están por la labor de celebrar algo tan doloroso como la pérdida de sus hijos.
Cuando acabamos de hacer todo tenemos en total una docena de peces, una bolsa de verduras y un buen montón de fresas. Katniss descubrió el fresal hace unos años y a mí se me ocurrió la idea de rodearlo de redes para evitar que se acercaran los animales. Y funcionó, más de medio distrito nos tiene envidia por las suculentas fresas que conseguimos.
Llegamos al Quemador, el mercado negro del distrito 12. Cambiamos fácilmente seis de los peces por pan bueno y los otros dos por sal. Sae la Grasienta nos compra la mitad de las verduras por a cambio de un par de trozos de parafina. No es un buen trueque, pero Sae es la única que nos compra  perro salvaje para hacer sus sopas de "ternera", así que de alguna manera se lo tenemos que agradecer.
Cuando terminamos vamos a la casa del alcalde para vender la mitad de las fresas, ya que le encantan y es una de las pocas personas que pueden permitirse el lujo de comprarlas. La hija del alcalde, Madge, nos abre la puerta. Ella es una especie de amiga de Katniss, porque ambas son reservada y no compartes nada más que las palabras justas. No es una esnob, como muchos otros hijos de comerciantes, pero por el simple hecho de que no tenga que pedir teselas y de que ella no tenga ninguna necesidad de salir afuera para ganarse la vida, ya no es de mi agrado.
Hoy lleva un caro vestido blanco, y lleva el pelo rubio recogido con un lazo rosa; la ropa de la cosecha. Que vaya con esa ropa tan cara ya me causa desagrado.
-Bonito vestido-digo en tono sarcástico.
Madge me mira fijamente intentando averiguar si ha sido realmente un cumplido o si solo era una ironía. Cuando ya parece que ha llegado a una conclusión, aprieta los labios y sonríe.
-Bueno, tengo que estar guapa por si acabo en el Capitolio, ¿no?
¿Me está tomando el pelo? Esto ha sido la gota que colma el vaso, pero tengo que controlarme, no quiero tener problemas con los agentes de la paz por su culpa.
-Tú no irás al Capitolio- respondo lo más fríamente que puedo. Sus ojos se posan sobre el pequeño adorno circular de oro que lleva en el vestido, con ese broche podría alimentar a mi familia durante varios meses-. ¿Cuántas inscripciones puedes tener? ¿Cinco? Yo ya tenía seis con solo doce años.
-No es culpa suya- interviene Katniss.
-No, no es culpa de nadie. Las cosas son como son- apostillo.
-Buena suerte, Katniss- dice Madge, con rostro inexpresivo e ignorándome completamente.
-Lo mismo digo- responde Katniss no sin antes coger el dinero que le tiende Madge por las fresas.
Caminamos en silencio hacia la Veta. Intento mantener una expresión glacial, pero la ira puede conmigo y me consume lentamente. Sé que no debo tomarla con Madge, pero hay momentos en los que no puedo controlarme y cierta de clase de comentarios me hacen saltar. Mientras ando, cierro fuertemente los puños e intento relajarme para no pegar al primero que se me cierre por el camino.
Pero este intento no sirve para nada. 
Yo tengo 42 papeletas solo para evitar que mi familia no muera de hambre, pero como ella es la hija del alcalde no necesita multiplicar el riesgo de salir elegida, solo tiene que preocuparse por saber tocar el piano y conjuntar sus vestidos con sus zapatos.
Pero toda la culpa la tiene el Capitolio y, obviamente, sus superficiales y extravagantes habitantes. Y Snow, el viejo y repulsivo presidente de Panem. En medio de estos pensamientos se cuela la palabra rebelión. Esa palabra tan temida por el Capitolio y tan deseada por los distritos. Rebelión. 
Como me gustaría rebelarme, quitarme esta opresión constante que tengo en el pecho y ver al Capitolio hundirse como ellos hacen que nosotros nos hundamos en la miseria.. Odio el poder que tienen. El poder que hace que mantenga la boca cerrada porque mi vida y la de mi familia corre peligro si pronuncio la palabra equivocado en el lugar y tiempo equivocados. Por eso, me gusta tanto el bosque. Ahí puedo despotricar contra el Capitolio sin que nadie me vigile, y aunque no sirva para nada, me hace sentirme un poco más libre.
Katniss y yo nos dividimos el botín, lo que nos deja con dos peces, un par de hogazas de pan de buen pan, verduras, un puñado de fresas, sal, parafina y algo de dinero a cada uno.
-Nos vemos en la plaza- dice Katniss.
-Ponte algo bonito- le respondo, sin humor.
Llego a casa donde en la puerta me espera Posy sentada.
-Hi, Posy. ¿Qué haces aquí sola?- pregunto sentándome junto a ella.
-Gale, no quiero que te vayas- dice entre sollozos. ¿Está hablando de la cosecha? Es muy pequeña, pero seguro que ha oído algo sobre el tema.
-Eh, Posy, no me voy a ir. Si no, ¿quién te haría cosquillas?- digo lanzándome en su dirección y propinándole un buen ataque de risa-. Venga vamos dentro.
Vamos a la diminuta cocina y dejo todo el botín encima de la mesa de madera.
-¡Gale ha traído fresas!- exclama Vick con una sonrisa. Este es su primer año de cosecha y me alegre sacarle una sonrisa pese a que tenga miedo.
-Hoy por la noche nos daremos un buen festín- dice Rory, que tiene 14 años, ignorando la posibilidad de que uno de nosotros tres esta noche esté rumbo a una muerte segura.
No hago ningún comentario más acerca del tema y me dirijo hacia la cochambrosa habitación donde encima de la cama se encuentra un conjunto de camisa vaquera clara y un pantalón marrón tierra, ambos de telas más caras de las que nos solemos permitir. 
Antes de vestirme me doy una ducha de agua fría para quitarme la suciedad y decido dejar mi cabello un tanto alborotado, no me gusta ir tan repeinado como lo van otros chicos. Finalmente de pongo el conjunto y dejo los últimos botones de la camisa desabrochados, por que aunque no me importe en absoluto la moda, prefiero dar una imagen desenfadada y rebelde si por alguna casualidad salgo elegido como tributo. 
Cuando me dispongo a salir entra mi madre.
-Hijo, sé que tienes muchas posibilidades de salir elegido pero tu padre siempre te quiso dar esto en tu última cosecha- dice entregándome una pulsera trenzada.
La pulsera está hecha a mano y por lo que parece de un material muy resistente. Donde ambos extremos se juntan hay una esfera donde está tallada con letra elegante la palabra "Hawthorne" y en la otra cara de la circunferencia hay una foto mía con mi padre.
Me acuerdo perfectamente de ese día. Fue la primera vez que mi padre me llevó al bosque con la edad de 6 años. El bosque me encantó. Me sentí absolutamente libre. Podía correr, saltar, jugar sin ningún límite,sin ninguna preocupación, sin que ningún agente de la paz me prohibiera nada. 
Aunque sigo llendo al bosque ya no es lo mismo sin él. Ahora, tengo preocupaciones y la obligación de alimentar y proteger a mi familia. Y bueno, ahora también disfruto de la compañía de cierta chica de ojos grises.
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Me ha costado mucho escribir este capítulo. Muchas partes son iguales que las del libro, pero a partir de la cosecha todo cambiará! Ya que Gale no es Peeta, y su carácter no es parecido. Decirme que os parece (: Y si tenéis alguna sugerencia para la historia.
¡Besos!



2 comentarios:

  1. Sigue escribiendo por favor!!! J'adore tu blog <3

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    Respuestas
    1. Muchas gracias!! Seguiré escribiendo, pero es que esta semana y la siguiente estoy de exámenes finales :S Pero yo creo que podré publicar el sábado (:
      ¡Besos!

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