martes, 19 de marzo de 2013

Capítulo 5

¡Hola tributos!
Publico este capítulo el martes ya que este fin de semana he estado en el pueblo sin wi-fi ¬¬ Aprovecho esta entrada para informaros de que hay dos páginas nuevas en el blog: THG+Gimnasia Rítmica y Mi Poesía. Me gustaría que os pasarais y decirme que os parece :D
Ahora ya me callo os dejo el capítulo 5 que es más largo que el anterior, y como siempre, ¡disfrutar de la lectura!


                            
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Noto un leve pinchazo en el dedo índice. Sigo caminando hasta llegar al grupo de chicos de dieciocho años de la Veta. Al ser los más mayores estamos enfrente del escenario provisional que han construido delante del Edificio de Justicia.
La tensión es palpable entre nosotros ya que, aunque es nuestro último año de cosecha, podemos salir elegidos perfectamente. Saludo brevemente a los chicos de mi clase y dirigo mi mirada hacia el escenario.
Hay tres sillas, un podio y dos grandes urnas redondas de cristal, una para los chicos y otra para las chicas. Desearía quemar una por una las papeletas que hay en esas urnas, pero ni siquiera ese acto tan irrealista ayudaría a parar los juegos.
A las dos en punto el alcalde sube al podio y empieza a leer. Es la misma historia aburrida de todos los años así que, simplemente desconecto.
La maldita pregunta que recorre mi mente cada año en estas fechas aparece: ¿Qué pasaría si fuera a los Juegos? Soy fuerte y hábil con el cuchillo pero contra los profesionales no tendría muchas posibilidades. Los estúpidos profesionales son los tributos entrenados específicamente para los juegos de los distritos 1, 2 y 4. Son las mascotas del Capitolio, de lo que no se dan cuenta es de que su querido amo les está mandando a una muerte inminente y no a una gloria segura. Dichos tributos son sumamente sangrientos y, a veces, un tanto sádicos. Los odio, pero realmente odio al Capitolio por hacer que sean así. Lo odio por hacer que 24 niños se conviertan en auténticas bestias por sobrevivir. En este momento me doy cuenta de que en estos días la palabra odio es muy frecuente entre mis pensamientos.
Una frase que me enfurece todos los años me saca de mis ensoñaciones.
-Es el momento de arrepentirse, y también de dar gracias- recita el alcalde. ¡Qué gasto más inútil de saliva!
Después lee la lista de los habitantes del Distrito 12 que han ganado en anteriores ediciones. Resulta lamentable. En setenta y cuatro años hemos tenido exactamente dos, y solo uno sigue vivo: Haymitch Abernathy, un estúpido y alcohólico barrigón de mediana edad que, en estos momentos, aparece berreando algo ininteligible, se tambalea en el escenario y se deja caer en una silla. La multitud aplaude por exigencia del protocolo, pero él está aturdido e intenta darle un gran abrazo a Effie Trinket, que apenas consigue apartarse intentando ocultar una clara mueca de desagrado.
La ridícula mujer, tan extremadamente optimista como siempre, sube al podio dando pequeños saltitos y saluda con su "encantador" y habitual acento:
-¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!
Esta vez ha elegido para el evento una peluca rosa chillón que me hace daño a la vista. Empieza a hablar sobre el honor que supone estar aquí, pero todo el mundo sabe que le gustaría estar entre lujos y tributos prometedores, y no con un borracho que te acosa delante de todo el país. Con esas palabras y esa sonrisa superficial no hace nada más que recordarme lo hipócrita que pueden llegar a ser la gente. No puedo hacer otra cosa más que ocultar mi sonrisa ante la ridiculez de esta extravagante mujer.
Katniss me dirige una mirada, y yo se la devuelvo aún con la sombra de una sonrisa en mis labios. Para ser una cosecha, al menos está siendo un poco divertida. Al momento, recuerdo que el significado de cosecha es igual al de muerte ya que tanto Katniss como yo tenemos demasiadas papeletas. Nuestros nombres están escritos demasiadas veces en esa urna. La suerte nunca ha estado de mi parte  y quizá hoy tampoco lo esté. Rápidamente me pongo serio y aparto la vista de Katniss.
Ha llegado el momento del sorteo. Effie Trinket dice lo de siempre, "las damas primero", y se acerca a la urna de cristal con los nombres de las chicas. Mete la mano hasta el fondo y muy lentamente saca un trozo de papel. En ese momento contengo el aliento gastando únicamente mis energías en desear que no sea ella. Alisa el trozo de papel y lee con voz clara el nombre; no es ella.
-Primrose Everdeen.
No es ella, es alguien peor. Es la persona que más quiere en el mundo y estoy completamente seguro de que daría cualquier cosa por protegerla.
Automáticamente suelto un bufido de incredulidad e impotencia. Prim solo tenía una papeleta entre miles. ¡Joder, solo tiene doce años! Pero eso al Capitolio no le importa. A ellos no les importa nada más que sus estúpidos juegos.
Y como ya he dicho antes, sé perfectamente lo que va a pasar.
-¡Prim!- grita una voz femenina desde un punto cercano a mí-. ¡Prim!
La gente se aparta para que Katniss pueda pasar y crean un pasillo directo al escenario. Llega rápidamente a Prim y la empuja detrás de forma protectora. Y dice lo que tanto temía.
-¡Me presento voluntaria!- grita con voz ahogada-. ¡Me presento voluntaria como tributo!
La he perdido. He perdido a ese par de ojos grises que alegraban mis paseos por el bosque. He perdido esa interminable trenza que desprendía un exquisito aroma a hierbas medicinales. He perdido una parte de mí. He perdido a Katniss.
-¡Espléndido!- exclama Effie Trinket, ya que desde hace décadas el distrito 12 no envía voluntarios-. Pero creo que queda el pequeño detalle de presentar a la ganadora de la cosecha y después de pedir voluntarios, y, si aparece uno, entonces...- deja la frase en el aire, insegura
-¿Que mas da?- interviene el alcalde en tono brusco-. Deja que suba.
Aunque estoy totalmente hundido tengo que ayudar, no puedo quedarme en mi sitio inmóvil. Así que hago lo único que se me ocurre y voy hacia Prim que está gritando como una loca. De camino oigo varios lamentos dirigidos hacia mí ya que la mayoría del distrito piensa que Katniss y yo somos algo más que simples mejores amigos.
-¡No, Katniss! ¡No! ¡No puedes ir!- grita Prim desesperadamente.
-¡Suéltame!- Escucho decir a Katniss mientras me voy acercando.
Tiró de Prim por detrás y la levanto del suelo.
-Arriba, Catnip- le digo, intentando que no me falle la voz. ¿En serio? ¿Solo se me ha ocurrido decir eso?
Me llevo a Prim con su madre y vuelvo hacia el área donde están los chicos de mi edad. Me quedo relativamente cerca de las escaleras que suben al escenario.
-¡Bueno, bravo!- exclama Effie Trinket, entusiasmada-. ¡Esté es el espíritu de los Juegos!- Su alegría hace que me hierva la sangre. Está mandando a una chica a una lucha a muerte no a una de sus tiendas lujosas-. ¿Cómo te llamas?
-Katniss Everdeen.
-Me apuesto los calcetines a que esa era tu hermana. No querías que te robase la glorias, ¿verdad? ¡Vamos un fuerte aplauso para nuestro tributo!- canturrea Effie con su odioso acento.
No aplaudo. Nadie aplaude. Todo el mundo está en absoluto silencio.
Entonces, dirigo mis tres dedos centrales de la mano izquierda a los labios y después señalo a Katniss con ellos. Junto conmigo se van sumando más personas, y al final, la plaza entera expresa con este antiguo gesto su gratitud, su admiración y lamentablemente, su despedida a Katniss.
-¡Miradla, miradla bien!- brama el viejo borracho-. ¡Coraje!- exclama triunfal-. ¡Más que vosotros!- grita acercándose a la parte delantera del escenario-. ¡Más que vosotros!- vuelve a gritar dirigiéndose expresamente al Capitolio.
Puede que esas palabras le metan en problemas, pero antes de decir nada más, se cae del escenario y pierde la conciencia. Se lo llevan en una camilla y Effie Trinket intenta volver a poner el espectáculo en marcha.
-¡Qué día tan emocionante!- exclama mientras intenta poner la estrafalaria peluca en su sitio-. ¡Pero todavía queda más emoción! ¡Ha llegado el momento de elegir a nuestro tributo masculino!- Va deprisa hacia la urna para evitar que su peluca vuelva a descolocarse. Coge la primera papeleta que encuentra y un pensamiento florece en mi interior: Tengo que protegerla.
Effie Trinket anuncia al afortunado casi sin darme tiempo a desear que en ese trozo de papel esté escrito mi nombre con cuidadosa y elegante letra.
-Peeta Mellark.
¿Peeta Mellark? Lo conozco de algo y cuando le veo dirigirse confundido hacia el podio descubro que es el hijo menor del panadero. Aquel que me miraba con celos esta mañana. Ahora soy yo el que tiene celos de él por salir elegido. No puedo permitir que ni el niño bonito de ojos azules ni ningún otro tributo hago daño a Katniss, tengo que ir a los Juegos.
Peeta sube con paso firme al escenario y ocupa su puesto. Ese va a ser mi puesto. El puesto con el que voy a conseguir que Katniss regrese viva al distrito 12 y no en una caja de madera.
-¿Algún voluntario?- pregunta Effie esperando que la cosa aún se ponga más emocionante.
Hace mucho prometí a Katniss que si uno de nosotros salía elegido en la cosecha el otro cuidaría de nuestras familias  Pero extrañamente esa promesa y mi continua idea de protección hacia mi familia desaparece  y en su lugar, se presentan ante mí imágenes de como puede morir Katniss.
-¡Me presento voluntario!- grito con toda la fuerza que puedo.
Subo al escenario con paso seguro y con una expresión de falsa suficiencia. Al llegar arriba los rostros son variados.
Peeta, que se dispone a bajar las escaleras, me mira otra vez con celos. ¡Le acabo de salvar su asquerosa vida! ¿Qué le pasa conmigo?
A Katniss prefiero no mirarla porque seguramente si ciertas miradas mataran yo estaría más que muerto. Y, por supuesto, Effie Trinket sonríe abiertamente al ver el desarrollo de la elección.
-¡Oh, otro voluntario! ¡Maravilloso!- canturrea aplaudiendo levemente sin poder contener la emoción-. ¿Cómo te llamas?
-Gale Hawthorne- respondo alto y claro.
-¡Perfecto!- Esta vez no pide un aplauso por lo que pueda pasar.
El alcalde empieza a leer el Tratado de Paz y yo intento parecer lo más fuerte y feroz posible en el escenario, después de todo los juegos acaban de empezar.
Cuando el alcalde termina con la lectura, nos indica a Katniss y a mí que nos demos la mano. Ella me mira con el ceño fruncido y con sus labios convertidos en una fina línea, culpándome por haberme ofrecido voluntario y por dejar a nuestras familias solas. Seré egoísta o irresponsable pero eso no me altera en estos instantes ya que ahora solo tengo una idea clara. Una única idea que me va a servir de base durante todos los juegos.
-Volverás- susurro levemente expresando todos mis argumentos a favor de lo que he hecho en una sola palabra. En una palabra que se va a hacer realidad.



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Hasta aquí el capítulo. ¿Qué os ha parecido? En el siguiente son las despedidas y ya tengo preparadas varias cositas ;) ¿Qué pensáis que pasará?
¡Besos y comentar!




8 comentarios:

  1. ¡Hola!
    Me ha gustado mucho, estoy deseando que llegue el capítulo 6 , un beso.
    http://losviajespornaralon.blogspot.com.es/?m=1

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    1. ¡Hola!
      Pues muchas gracias. En serio, me hace mucha ilusión ver comentarios (; Pues no sé muy bien cuando podré publicar el siguiente, espero que este fin de semana.
      Ahora mismo me paso por tu blog, ¡besos!

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  2. ¡Hola, Maria!
    Que sepas que me encanta tu blog, es genial :3

    P.D: Te he nominado a un premio en mi blog:
    http://divergentesmentalmentedesorientadas.blogspot.com.es/2013/03/otro-premio.html

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    1. ¡Hola!
      Oh, muchas gracias Cassia :D
      Vale, ahora mismo me paso por tu blog :3
      ¡Besos!

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  3. ¡Hola otra vez!
    Pues muchas gracias ahora mismo me paso (; ¡Un beso!

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